En la etapa de la infancia, el desarrollo
cerebral tiene la prerrogativa de consumir más combustible; es decir,
gastar proporcionalmente más glucosa. Esto, porque necesita desarrollar
una serie de circuitos y conexiones neuronales que permiten al niño
acelerar su aprendizaje. Así lo demuestra
un estudio colaborativo de las universidades de Northwestern, Wayne, Illinois y George Washington; las escuelas de medicina de Harvard y Monte Sinaí, y el Hospital de Michigan.
un estudio colaborativo de las universidades de Northwestern, Wayne, Illinois y George Washington; las escuelas de medicina de Harvard y Monte Sinaí, y el Hospital de Michigan.
El trabajo ayuda a aclarar por qué los niños crecen más
lento en comparación con los mamíferos más cercanos como los primates,
publicó la revista Proceedings, de la Academia de Ciencias de Estados
Unidos.
Aprender.
La investigación concluye que el cerebro de un niño de
cinco años consume el doble de energía en comparación al de un adulto
plenamente desarrollado. "Nuestros hallazgos sugieren que el cuerpo no
puede hacer frente a un rápido crecimiento en los años de la infancia,
debido a que una gran cantidad de energía se necesita para alimentar el
desarrollo del cerebro", dice Christopher Kuzawa, autor principal del
estudio y profesor de antropología de la Universidad de Northwestern. En
su opinión, "como humanos tenemos mucho que aprender, y ese aprendizaje
requiere un cerebro complejo y ávido de energía".
Esto confirma la hipótesis que existe en antropología
de que los niños crecen lento y por muchos años El cuerpo crece a un
ritmo similar al de los reptiles, y no al de los mamíferos, como cabría
esperar. Por esto, después de cierta edad, se hace más difícil adivinar
la edad del niño por su tamaño físico. "En lugar de esto es mejor
escucharlos hablar, u observar su comportamiento", advierte Kuzawa.
Para el doctor Manuel Arriaza, neurólogo infantil de
Clínica Indisa, hay que tener en cuenta que entre los cuatro y los cinco
años los niños también "tienen más neuronas, y eso explica este mayor
consumo de energía.
Después este gasto es menor porque se produce la
"poda" neuronal". Este fenómeno corresponde a la eliminación de ciertas
conexiones que tienen relación con habilidades que el niño no practica,
y, así, caen en desuso poco a poco.
Este especialista advierte que no hay que pensar
tampoco en que si se le da más glucosa al niño va a crecer más. "Eso
solo lo va a engordar, porque estos procesos dependen de la genética y
de las hormonas".
Los investigadores revisaron estudios de resonancia
magnética y de escáner tipo PET, para conocer el consumo de glucosa por
el cerebro en niños, jóvenes y adultos.
Curiosidad.
Una nueva investigación realizada en la Universidad
de California reveló qué sucede en el cerebro cuando las personas
sienten curiosidad. En primer lugar, aprenden mejor la información que
buscaban.
Pero lo que más sorprendió fue que una vez que la
curiosidad se estimula, también las personas aprenden mejor otros datos
que no tienen relación con lo que les interesa, pero que encuentran en
su proceso de búsqueda. El efecto dura 24 horas.
En el trabajo, publicado por la revista Neuron,
analizaron con resonancia magnética cerebral 19 voluntarios sanos de
entre 18 y 31 años. "La curiosidad pone al cerebro en un estado tal, que
permite aprender y retener cualquier tipo de información, como un
remolino que succiona lo que lo motiva a aprender y todo lo que se
encuentra cerca", explica el autor principal del estudio, Matthias
Gruber, del Laboratorio de Memoria Dinámica de la Universidad de
California en Davis.
El segundo aspecto que analizaron fue que cuando se
estimula la curiosidad hay una activación del circuito cerebral de la
recompensa, que se relaciona con la dopamina. "Demostramos que esta
motivación intrínseca en realidad recluta las mismas áreas cerebrales
que están involucradas en la motivación extrínseca, aquella que cuenta
con recompensas tangibles", afirma el investigador.
El tercer elemento que detectaron fue que cuando la
curiosidad motiva el aprendizaje, hay un aumento de la actividad
nerviosa en el hipocampo, región importante en la formación de nuevos
recuerdos. Además, observaron un aumento de la interacción entre el
hipocampo y el circuito de la recompensa. "El cerebro está listo para
aprender la información y retenerla, incluso cuando esa información no
es de un particular interés", advierte otro de los investigadores,
Charan Ranganath.
Para Andrea Slachevsky, del Departamento de Ciencias
Neurológicas Oriente de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Chile, este trabajo demuestra que la curiosidad es un factor importante
para el aprendizaje. Algo que hasta ahora se había confirmado para
factores como la emoción o el esfuerzo.
Según explica, "la curiosidad lleva a valorizar más
las cosas, y eso permite codificar mejor la información y retenerla".
Esto se ve en los niños: "mientras más motivados están y más interés
tienen, aprenden más", concluye la especialista.
LAS CLAVES
Motivación
Una investigación reciente reveló que la motivación de niños y jóvenes por saber permite a la persona aprender y retener por más tiempo la información, actividad que de paso enciende el circuito del placer.
Más energía
El cerebro infantil gasta el doble de energía que el adulto. El consumo de glucosa está dedicado a crear nuevos circuitos neuronales que permiten acelerar el aprendizaje del niño.
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