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18 mar 2011

Un “día azul”: vivencias junto a las ballenas azules del Pacífico Chileno

Un “día azul”: vivencias junto a las ballenas azules del Pacífico Chileno


Es una mañana de sol radiante en la isla de Chiloé en el sur de Chile. El Océano Pacífico aparece azul y el aire es limpio y claro luego de una noche de lluvias constantes. Me encuentro participando de la 8 va. temporada del “Proyecto Alfaguara” del Centro de Conservación Cetacea, que estudia las ballenas azules del noroeste de Chiloé.


Las ballenas azules son los animales más grandes que han existido en nuestro planeta. Sus dimensiones colosales superan incluso a las de los dinosaurios de mayor tamaño. Cuesta imaginar las proporciones de estos animales, cuando pensamos que…


- La hembra adulta de mayor longitud registrada durante la cacería comercial midió 33 metros, algo más que una fila de tres colectivos juntos

- En promedio, los adultos pesan unas 150 toneladas, lo que equivale al peso sumado de más de 2.000 personas

- Al nacer los ballenatos miden 7 metros y pesan 3 toneladas, o el equivalente al peso de más de 3 automóviles de tamaño mediano

- Sólo la lengua de un adulto pesa lo mismo que un elefante

- Su soplido, visible por el vapor que exhalan, alcanza los 9 metros, es decir, lo mismo que un edificio de 3 pisos

- El ballenato recién nacido toma unos 190 litros de leche por día y aumenta 4 kg... ¡por hora!

En mi segunda temporada de investigación con estos majestuosos animales del mar, y rodeado de la exuberante naturaleza de esta isla, deseo compartir con ustedes un día vivido en compañía de las ballenas azules.


“Hoy pasamos casi todo el día en el mar. Estamos navegando a 40 kilómetros de las escarpadas costas rocosas de la isla. Aquí, el Pacífico lo es... raras veces. En días como hoy, el mayor de los océanos muestra sus ímpetus generosamente. Sólo alcanzamos a ver el horizonte cuando salimos de los ondulantes valles de agua y subimos a las crestas de estas olas de varios metros de altura a bordo del Alfaguara, este botecito que nos mantiene a flote. A flote, y rodeados de ballenas azules. Nada menos. Los animales más grandes de la Tierra, y hasta donde sabemos, del Universo, nadan alrededor nuestro manteniendo sus inmensidades casi completamente bajo el agua. Cada tantos minutos, la explosión de un soplido hace que el capitán José y los tres investigadores que vamos a bordo giremos nuestras miradas en dirección al estallido de vapor. Los arcoiris se elevan por el aire sobre las cabezas de las ballenas, en nubecitas que destellan todos los colores posibles sobre la piel gris azulada de estos gigantescos animales de mar. Bajo el agua, ese color se torna esmeralda. El viento se lleva los soplidos, y nosotros nos acercamos cuidadosamente.


Elsa se balancea en la proa tratando de mantenerse en pie para disparar su cámara y obtener largas series de fotografías de la espalda y la aleta dorsal de los animales durante los pocos segundos en que emergen para respirar. Identificamos a las ballenas azules analizando el patrón de manchas oscuras y claras sobre su lomo, en combinación con la forma y el tamaño de su aleta dorsal. Bárbara toma detalladas notas de las secuencias de fotografías, el comportamiento de las ballenas, su localización en un GPS, y cualquier otra información relevante en cada avistaje. Mi rol es obtener biopsias de piel. En el laboratorio, el análisis de estas muestras de tejido de unos pocos milímetros nos revelará información inédita y esencial sobre la estructura genética y heridas en la piel de esta población de ballenas azules apenas estudiada.



Dos ballenas nos llaman la atención por su color oscuro y el tamaño relativamente grande de su aleta dorsal de forma particular. Son ballenas sei, una especie más pequeña que las azules, de cuya biología en estas aguas se conoce poco. Otra de las ballenas es una “azul flaca”. Algunos individuos muestran signos de desnutrición, con lomos delgados que llegan a evidenciar incluso el contorno de las vértebras. En una de las aproximaciones con el bote, segundos antes de fotografiar y muestrear una inmensa ballena azul, otra mole esmeralda emerge junto a la primera ballena, estallando en un soplido vaporoso y nadando en paralelo con su compañera. Logramos obtener buenas fotografías y biopsias de ambas.



El balance de la jornada de investigación es altamente positivo: ocho ballenas azules fotoidentificadas, seis biopsias de piel y dos ballenas sei fotografiadas.



Durante la tarde, el viento ha aumentado, las ondas se espacian cada vez más, ahora con rompientes de espuma blanca. En todas direcciones, el cielo se rompe en nubarrones grises que descargan sus lluvias sobre el mar y sobre nosotros. José apunta la proa hacia los islotes rocosos de Puñihuil, y emprendemos el regreso escurriéndonos entre valles de agua y cabalgando los lomos de las olas, ondeando como los albatros y pardelas que planean casi inmóviles en estos vientos australes. Cada ola que cruzamos baña nuestros rostros con gotas de agua salada, que saboreo mezcladas con el agua dulce que cae del cielo.”



Personalmente, nunca olvidaré el momento en que sobre la palma de mi mano sostuve por primera vez la muestra de piel de una ballena azul. Con el mayor de los respetos hacia este animal magnífico, y con la curiosidad propia del biólogo marino, en medio de la adrenalina del trabajo en el campo me detuve unos segundos con mi palma abierta, admirando este tesoro pequeñísimo pero invalorable, que guarda respuestas a algunas preguntas sobre estas ballenas y que pronto podremos responder.



Y pienso, siento, sé, que si todas las personas pudieran ser tocadas por la magia de las ballenas, el mundo sería un mejor lugar para todos.



Agradezco especialmente a Elsa Cabrera y Bárbara Galletti por su cálida amistad y hospitalidad, y felicito al Centro de Conservación Cetacea de Chile por sus esfuerzos incansables por la conservación de las ballenas y su ambiente marino.



Cordialmente,



Mariano Sironi

Director Científico

Instituto de Conservación de Ballenas



Fuentes:

■Blue Whales off Isla de Chiloé, Chile: update of the 2009 field research season from Alfaguara Project. 2009. Galletti Vernazzani, B., Cabrera, E., Carlson, C., Sironi, M. and R. Brownell Jr. SC/61/SH22 presentado ante la Comisión Ballenera Internacional, Portugal, Junio 2009.
■Blue Whales. 1997. John Calambokidis y Gretchen Steiger. Voyageur Press.


Desde el año 2004, el Centro de Conservación Cetacea de Chile desarrolla con gran éxito el Proyecto Alfaguara (ballena azul) en las aguas del noroeste de la Isla de Chiloé. Su objetivo es garantizar la efectiva recuperación de la población de ballena azul del hemisferio sur en aguas chilenas, a través de la investigación y monitoreo sistemático de la especie, el desarrollo responsable del turismo de avistaje de fauna marina de base comunitaria y la participación activa e informada de la ciudadanía en la adopción de medidas de conservación. Esta zona del Pacífico Suroriental es una importante área de alimentación para varias especies de ballenas. Con la mayor abundancia relativa de ballenas azules en el Hemisferio Sur, es crítica para la conservación de esta emblemática especie.



El Tiempo que le queda a las Ballenas depende de nosotros... evitemos que sean historia. Solo a través del esfuerzo conjunto podremos lograr la efectiva protección de las ballenas y de su hábitat.



Sumate a nuestros esfuerzos. Haciendo una Donacion o Adoptando una Ballena. Ingresa a www.icb.org.ar o comunicate a icb@icb.org.ar / 54 11 4785 6009



(Se puede difundir citando la fuente. © Instituto de Conservación de Ballenas)



Mi comentario:

Durante el año 2000 adoptè a Troff y en 2001 a Mochita.¿Quienes son?.Puès dos ballenas francas australes,y esto de adoptarlas es para colaborar economicamente con el ICB en Argentina.El Instituto de Conservaciòn de Ballenas.Tienen su observatorio de campo en Puerto Madryn(Chubut),y estàn a cargo de cientificos de renombre.

Esta nota la publicò la pàgina en facebook del Instituto.Y difundo dando su nombre.

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