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8 mar 2011

ES LA EDUCACIÒN...
















































Cierto, los ejemplos no son de Uruguay. Pero si continuamos como vamos, pronto podríamos superar a Paraguay.


Estos carteles forman parte de una de esas cadenas en las cuales la gente comparte cosas divertidas que encuentra en Internet. No se informa quien creó la colección de disparates, pero se lo puede suponer paraguayo y con alta capacidad de autocrítica, algo que comienza a escasear en Uruguay. Los pies de fotos también pertenecen al anónimo autor.





Como habrán visto, no todo tiene que ver con los conocimientos gramaticales; acá lo que se pone en evidencia es agresión al razonamiento, al conocimiento, un desprecio absoluto por el sentido común. Y todo eso compete a la educación formal y a lo que se recibe en el hogar; se necesitan muchos años de descuido para llegar a situaciones como esas.

Calificar de pésimas a las últimas estadísticas divulgadas en Uruguay sobre escolaridad, abandono, calidad de la enseñanza y muchas cosas más, tiene sabor a poco. Y echarle la culpa a exclusivamente a las actuales autoridades educativas, tiene todo el aspecto de algo injusto.



Hace muchos decenios que los padres y las autoridades de gobierno y oposición claman por una reacción que ciertamente no se limita a poner al Che Guevara en el panteón de los héroes sino que va mucho más lejos. Hasta el momento los resultados se han limitado a nombrar comisiones para que estudien el tema, realizar asambleas para que lo vuelvan a considerar y otras asambleas para criticar a las anteriores asambleas.

Mientras tanto tenemos cada vez más adolescentes que ni trabajan ni estudian, que toman alcohol a edad más temprana, se embarazan apenas están en condiciones de hacerlo, recorren la ciudad de madrugada embriagándose en el mejor de los casos y dándole de punta a la pasta base en el peor de ellos.



Y también tenemos algunas de las peores remuneraciones de docentes, con lo cual hemos logrado una de las peores capacitaciones de maestros y profesores. Tampoco los culpes a ellos, entre quienes hay algunos que hacen esfuerzos heroicos. Para ganarse la vida, la mayor parte de los docentes está sumido en el pluriempleo y el plurisacrificio. Así que si se te había ocurrido reirte un poco de los queridos hermanos paraguayos por haber llegado a este extremo, mejor callate la boca y pensá si hay algo que puedas aportar a este problemón. Para evitar estas cosas Uruguay tuvo el Texto Único y los libros de Abadie Zarrilli que en sucesivas ediciones te ponían a salvo no solo de costos escolares excesivos, sino también de que te tocara en suerte un mal maestro. Había que tener mucha mala suerte para que eso te ocurriera.



Eran tiempos en que las maestras tenían zapatillas, túnicas y libros para los niños que carecían de ellos y que nadie en absoluto se enteraba quiénes eran los compañeritos desafortunados. También había que zamparse un vaso de leche y un pancito, aunque hubieras desayunado, solo para no dejar en evidencia a quienes llegaban con hambre a la escuela.



Los comercios de cercanía llevaban donaciones a la escuela, los padres cooperaban activamente y las maestras nos recomendaban que no nos burláramos de los compañeritos menos educados que nosotros pues iban a colegios privados. No a todos ellos, pero ¡había cada uno!

Así que no nos vengan a inventar la igualdad social; sólo tendríamos que recuperarla. Con cuánta habilidad los uruguayos terminamos con todo esto en pocas generaciones.

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